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1. El color: Existen dos opciones: combinar o contrastar. Si se busca conseguir lo primero, es importante seleccionar colores complementarios a los del sofá, las cortinas, las alfombras o al de la pared. En caso de que se prefiera contrastar, los almohadones deben tener tonos totalmente contrarios a los que están presentes en el resto del ambiente. Lo idea es poner los acentos de color en los almohadones y elegir un tono neutro para el sofá; de ese modo, se crearán contrastes.

2. Mezclar texturas: Diferentes tipos de telas, con toques diferentes, mezclar almohadones de telas y otros tejidos o de crochet, o hasta de paja natural.

3. Las estampas: No tengas miedo de mezclar rayas con flores, rayas con lisos, flores con lisos, geométricos con flores. Lo importante es que siempre tiene que haber una sintonía con el ambiente como un todo.

4. Tamaños y formas: Para lograr un ambiente más formal, se pueden elegir almohadones del mismo formato y tamaño. En caso de que lo que se busque sea una decoración más relajada e informal, se pueden mezclar almohadones cuadrados con redondos, con rectangulares u otros de la misma forma, pero en tamaños diferentes.

5. El estilo: Dependerá del estilo de los muebles que estén en la habitación. Por ejemplo, si la ambientación es minimalista lo ideal es optar por opciones del mismo corte. En caso de ser una decoración más ecléctica se pueden usar modelos más arriesgados.

6. El tamaño: Es preferible medir el respaldo del sillón para que los almohadones no sobrepasen esa altura, y si lo hacen, que sea por un margen mínimo. Sea cual sea el caso, el tamaño no debe comprometer el espacio disponible para sentarse y descansar.

7. La distribución: Pueden estar repartidos en pares o impares, todo dependerá del tamaño del sofá. Lo importante es no dejar huecos, ya que ello puede hacer que la habitación luzca incompleta.